sábado, 11 de agosto de 2012

Uno

Unas escaleras que acaban en un interminable pasillo del que no se sabe si la gente del final va o viene. Unos pasos para adentrarse en las profundidades del bochorno más absurdo por falta de aire acondicionado. El aliento que perdemos y la falta que nos hace son cosas tan habituales como perder los papeles frente al espejo y desabrocharse los cordones a paso exaltado. Porque ya sabes lo que dicen, que no hay mal que por bien no venga -aunque éste último esté, quizás, un poco caducado-.

El tiempo que malgastamos frente a discursos inúltiles y los descansos -que más que descansos son escuetas pausas- desnudan las agujas del reloj tornándolas aún más frágiles y más ridículas que el segundo anterior. Cada día es igual pero distinto; cada día es diferente pero siempre es lo mismo.

No sé tú, pero yo, al subir las escaleras y acabar en ese pasillo, al mirar a lo lejos y no saber si la gente del final va o viene, siempre espero que aparezcas por él para así poder cruzarme contigo y olvidar -aunque sea por un solo momento- todo lo dicho anteriormente. Porque contigo no hay escalera ni pasillo, ni bochorno, ni aliento perdido, ni espejo, ni cordones... y el tiempo... contigo cada segundo es efímeramente eterno.

1 comentario:

  1. Esa persona que te salva del bochorno, de la rutina y de la tristeza...aunque sea por un segundo, eterno mientras dura.

    :-)

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